29.3.07

En la sala de torturas....



Llega un momento en la vida de todo doctorando en el que no le queda más remedio que enfrentarse a sus datos. Y en ese punto me encuentro yo estos días, yo torturo a mis datos y ellos me torturan implacablemente a mí.
Soy cruel y no me basta con las ligeras apariencias iniciales, así que primero los transformo con una formula matemática, fruto de una curva patrón a la que se tienen que ajustar si no quieren que los diluya. Luego viene lo demás, los interrogo en una tabla de Excel para saber el peso de muestra utilizado, los volúmenes en los que fueron resuspendidos tras hacerlos cenizas, y los volúmenes en los que previamente fueron diluidas las más desdichadas de las muestras, no se puede dejar pasar ni el más mínimo detalle, puede ser crucial.
Pero con todo esto no es suficiente, me atrevo a ir más allá, los someto a todo tipo de torturas estadísticas, si no se ajustan a la normal, ya se pueden ir preparando para transformarse mediante logaritmos y arcosenos, y luego los correlaciono, o les hago análisis multivariantes, los troceo en quesitos, los hago gráficos, tablas o lo que se presente y así, sin parar, hasta que escupan algo con sentido que me permita conocer la verdad que ocultan.
Ellos son muy listos, conocen la mejor forma de despistarme en mi encarecida búsqueda, como si pensaran que pueden evitar que me salga con la mía, y se agrupan en largas hileras que me adormecen con toda la intención, y se compinchan con el ordenador, que cada cinco minutos se me cuelga, y con el teléfono, que cobra vida y no para de sonar, y se meten en mi mente a modo de una absurda canción que no paro de canturrear, y es que tienen que ser muy poderosos estos datos, porque no os podéis ni imaginar el convenio que deben tener con Internet para que me atrape en sus redes mientras navego!

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