26.7.07

Día de Santiago

Casi se me pasa, anoche a última hora, preparando la conferencia, me di cuenta de que ayer era 25 de Julio. ¿y que tiene de particular ese día? Pues para mí, muchas cosas. Si tuviera que elegir un día en el calendario probablemente me quedaría con este, llamadme sentimental, pero este día ha marcado toda mi infancia y me pasaba el año deseando que llegara.
El 25 de Julio se celebra Santiago, ahora es solo fiesta en Galicia y algún sitio más, pero cuando yo era pequeña ese día era festivo en toda España. Además de Santiago también celebran su santo los Jaimes, de los que mi familia esta llena, empezando por mi abuelo y terminando por mis tres primos. Así que el 25 de Julio mi abuela, que para eso era la mejor, organizaba una gran fiesta y nos invitaba a todos, Arroz y Pavo asegurado, uhmmmmmm!!!
Como era verano, la balsa era la reina, nosotros no hemos sido familia de muchos recursos, así que a falta de piscina, se limpiaba bien la balsa de riego y hay caíamos todos, algunos por voluntad propia, ya teníamos el bañador preparado semanas antes, y otros, aunque intentaran huir, acababan al remojo de cabeza, y como mínimo, nadie se libraba de un buen manguerazo!
Mi tía Brígida, en cuanto que se tomaba las tres o cuatro copicas de vino, nos enseñaba las “domingas”, así pudimos ver todos como evolucionaba eso de la flacidez en la pechuga femenina.
Luego llegaban los regalos, ¡tengo 7 tíos!, así que siempre tenía 7 regalos, por pequeños que fueran, asegurados; siempre había al menos un buen regalo.
Luego, casi casi cuando nos íbamos a marchar, mi abuela nos hacía el “reparto”, nos colocaba en fila y nos daba a cada uno ¡1000 pts!, que luego subieron a 2000 y con el euro se quedaron en 10, porque con tanto nieto que iba llegando (8 hijos, echad cuentas…) y biznietos, la cosa ya no daba más de sí.
Y bueno, como todas las grandes cosas de la vida, esta también se acabó, se acabó el día en que mi abuela nos dejó. Si soy sincera, creo que la mejor herencia que ella nos pudo dejar es toda esa retahíla de magníficos recuerdos, esa sensación de disfrutar cuando estamos todos juntos, y el tener ganas de volver a reunirnos siempre que se puede.
Hace poco se jubiló mi padre y organizamos una gran fiesta en casa, ¿cuantos éramos? ¡70 personas! Y nos costo mucho esfuerzo pero lo disfrutamos un montón, y lo primero que me pasó por la cabeza fue, ¿Cómo esa mujer diminuta, frágil, encorvada y tan “fuerte como pellejo de breva” (como ella solía decir), era capaz de organizar todos los años dos comidas como esta? (la otra en navidad, claro, pero ahí no había remojillo!). Y por otro lado, supongo que se hubiera sentido muy orgullosa de vernos a todos siguiendo sus pasos.La tradición de juntarnos el día de Santiago se ha perdido, pero cuando yo viva en mi casa espero poder recuperar el día sagrado que para mí es.
¿Será por eso que me gustan tanto las juntas?

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