Somos como un gran vaso de leche con cola-cao, vamos dándole sorbitos al vaso de nuestra vida, y el cola-cao tiende a posarse en el fondo. Así, la leche nunca tendrá el mismo sabor en cada sorbo, dependerá de la capacidad de agitación que tengamos en cada momento de nuestra vida, que hará que el chocolate se encuentre más o menos disuelto y endulzará más o menos el momento. Aunque no siempre nos encontramos con la misma capacidad, lo importante es que siempre hay algo de cacao en cada uno de los sorbos, y por mucho que bebamos, nuestra esencia siempre permanece, aunque maduremos y evolucionemos, siempre hay una parte de nosotros que no varía, y nos hace distintos a los demás en cada momento de nuestra vida, y que nos hace únicos, diferentes y especiales.
Esto me lo ha contado una de las personas más “esenciales” de mi vida, que como os habréis podido imaginar, es un loco de la leche, y a veces me deleita con conversaciones en las que hablamos de cosas demasiado complejas como para poder atraparlas con las manos, que me llenan de ilusión, de ganas, de vida, y me enriquecen más que una sobredosis de avecrem!
Gracias solete, Obicham te!
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