Una de las personas que seguro que más apuestan por mí y desearían que todo me fuese genial, es también una de las personas que más daño me ha hecho en mi vida.
Hoy, cuando cogía el coche para volver al trabajo después de comer, la he visto desde otro ángulo al que normalmente acostumbro a verla.
Trabajando, como la mujer fuerte que es, sin quejarse de no tener horas para descansar, cargando con las responsabilidades que el resto de su familia no toma, como hacernos la colada o tener lista la comida cuando llegamos.
Es una persona que siempre tuvo muchas agallas para sacar adelante los proyectos que la motivaban, crear su propio negocio y hacerlo prosperar sola, cuidar de dos ancianos y de tres niñas pequeñas con la liviana ayuda de un marido machista. Siempre la he conocido luchando y trabajando mientras los demás escurríamos un poquito el bulto.
No recuerdo que nunca le haya dejado indiferente mi esfuerzo, ha sido una persona que siempre me ha exigido más de lo que yo he podido ser, buscando un nivel de perfección que creo que no existe en la realidad.
Pero cuando yo era pequeña la recuerdo alegre, no se cuando dejó de serlo, no se cuando cruzó esa línea que la hizo martirizarnos a todos con sus irracionales peticiones, con su silencio, con saber hacernos sentirnos culpables por casi todo.
No se cuando dejó de sentirse libre.
Lo único que se, es que si a mí y a mis hermanas ha habido alguien en esta vida que nos haya hecho daño, ha sido ella.
Y hoy, alejándome con el coche, tras el cristal, la he visto por primera vez en mucho tiempo como una mujer que por el simple hecho de ser humana se ha equivocado, que procurando lo mejor ha estropeado lo que estaba bien.
Y por primera vez me he puesto en su lugar y me he planteado que habrá dentro de ella que la haya llevado hasta este punto, y quien soy yo para juzgarla.
Hay más de ella en mí de lo que nunca me había imaginado, y sin embargo, me paso el día luchando contra esa parte de mí que se empeña en ser como ella.
“Que fácil es abrir tanto la boca para opinar”
Héroes del Silencio
Hoy, cuando cogía el coche para volver al trabajo después de comer, la he visto desde otro ángulo al que normalmente acostumbro a verla.
Trabajando, como la mujer fuerte que es, sin quejarse de no tener horas para descansar, cargando con las responsabilidades que el resto de su familia no toma, como hacernos la colada o tener lista la comida cuando llegamos.
Es una persona que siempre tuvo muchas agallas para sacar adelante los proyectos que la motivaban, crear su propio negocio y hacerlo prosperar sola, cuidar de dos ancianos y de tres niñas pequeñas con la liviana ayuda de un marido machista. Siempre la he conocido luchando y trabajando mientras los demás escurríamos un poquito el bulto.
No recuerdo que nunca le haya dejado indiferente mi esfuerzo, ha sido una persona que siempre me ha exigido más de lo que yo he podido ser, buscando un nivel de perfección que creo que no existe en la realidad.
Pero cuando yo era pequeña la recuerdo alegre, no se cuando dejó de serlo, no se cuando cruzó esa línea que la hizo martirizarnos a todos con sus irracionales peticiones, con su silencio, con saber hacernos sentirnos culpables por casi todo.
No se cuando dejó de sentirse libre.
Lo único que se, es que si a mí y a mis hermanas ha habido alguien en esta vida que nos haya hecho daño, ha sido ella.
Y hoy, alejándome con el coche, tras el cristal, la he visto por primera vez en mucho tiempo como una mujer que por el simple hecho de ser humana se ha equivocado, que procurando lo mejor ha estropeado lo que estaba bien.
Y por primera vez me he puesto en su lugar y me he planteado que habrá dentro de ella que la haya llevado hasta este punto, y quien soy yo para juzgarla.
Hay más de ella en mí de lo que nunca me había imaginado, y sin embargo, me paso el día luchando contra esa parte de mí que se empeña en ser como ella.
“Que fácil es abrir tanto la boca para opinar”
Héroes del Silencio
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