Vengo pensando, dandole vueltas a la cabeza como es habitual en mi y casi a punto de llorar. ¿Qué me pasa? Entre otras cosas, hoy es ese día que para muchos es mágico, pero que para mí no termina muy bien de definirse: Mi cumpleaños.
No es que me asuste cumplir años, me asusta enfrentarme cada año a la misma situación. Quienes me conocen muy muy de cerca saben que en mi casa nunca se celebra mi cumpleaños, nunca hay tarta, a no ser que la haya traído algun amigo despistado, nunca hay fiesta, pero aunque si que hay besos y felicitaciones, hay un silencio más denso de lo normal.
Yo no tenía planeado nacer un 24 de Octubre, tal vez un mes más tarde si, pero no tan pronto, la muerte de mi abuelo aceleró mi nacimiento y ha estado marcado por él cada año desde mi primer instante de vida.
Cada año tengo que escuchar a mi madre repetir las mismas palabras, ¿diez años?, ¡ya hace diez años que murió mi padre!, ¿20 años? ¡como pasa el tiempo! ¡ya veinte años! Y así sucesivamente, año tras año, …
Su muerte y mi vida siempre permanecerán inevitablemente unidas, alguien se ha encargado todos estos años de grabarme con fuego la insisgnificancia de un simple día en el calendario.
Y a pesar de todo reconozco que, aunque me de muchisima vergüenza este día, no puedo evitar seguir teniendo ilusión por esperar algún regalico, alguna llamada, alguna pequeña dosis de esos mimos que me hacen sentir más fuerte en este día.
No es que me asuste cumplir años, me asusta enfrentarme cada año a la misma situación. Quienes me conocen muy muy de cerca saben que en mi casa nunca se celebra mi cumpleaños, nunca hay tarta, a no ser que la haya traído algun amigo despistado, nunca hay fiesta, pero aunque si que hay besos y felicitaciones, hay un silencio más denso de lo normal.
Yo no tenía planeado nacer un 24 de Octubre, tal vez un mes más tarde si, pero no tan pronto, la muerte de mi abuelo aceleró mi nacimiento y ha estado marcado por él cada año desde mi primer instante de vida.
Cada año tengo que escuchar a mi madre repetir las mismas palabras, ¿diez años?, ¡ya hace diez años que murió mi padre!, ¿20 años? ¡como pasa el tiempo! ¡ya veinte años! Y así sucesivamente, año tras año, …
Su muerte y mi vida siempre permanecerán inevitablemente unidas, alguien se ha encargado todos estos años de grabarme con fuego la insisgnificancia de un simple día en el calendario.
Y a pesar de todo reconozco que, aunque me de muchisima vergüenza este día, no puedo evitar seguir teniendo ilusión por esperar algún regalico, alguna llamada, alguna pequeña dosis de esos mimos que me hacen sentir más fuerte en este día.
Porque una cosa esta clara, y hay quien aún no se ha dado cuenta de ello, yo no he matado a nadie, no vine a reemplazar a nadie y no quiero ser otra persona más que yo misma.
Asi que no entiendo porque cuesta tanto decir...¡Felicidades preciosa!
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